Un millón de personas se hicieron controles en las 40 Estaciones Saludables de la Ciudad

Comparte esta publicación:

Compartir |



Publicado: 04/12/2017
   SIGUIENTE  >>

Aunque con diferencias entre barrios y edades, los vecinos o transeúntes que se acercan a alguna de las 40 estaciones saludables en plazas y subtes de la ciudad preguntan sobre alimentación, ejercicio y, también, se les controla la presión, el peso, la talla y la glucemia (azúcar en sangre) de manera gratuita.


En cinco años, más de un millón de personas pasaron por esas instalaciones fijas o móviles. Seis de cada 10 viven en la ciudad, lo que proporciona una radiografía de los factores de riesgo y la calidad de vida de alrededor de un cuarto de los porteños.

El 14,4% de los adultos con hipertensión se enteró en alguno de los controles que tenía la presión tenía valores altos y se le recomendó consultar a su médico de cabecera. Lo mismo sucedió con el 25% de las personas con diabetes a las que se les controló la glucosa en sangre.

En 2 de cada 3 casos con presión alta que volvieron a tomarse la presión en otras dos o más visitas a la estación, los valores mejoraron. Tres de cada 4 personas con la glucosa elevada, mejoraron con orientación y después de dos o más controles. La mitad de las personas con sobrepeso empezó a bajar de peso con las recomendaciones de los nutricionistas.

En estos cinco años se acercaron a las estaciones saludables 1.150.000 personas, con un promedio de 3,8 visitas por persona. De acuerdo con la Dirección General de Desarrollo Saludable del gobierno porteño, hubo 4.465.124 consultas generales, incluidas 4.076.574 de enfermería, y 789.770 nutricionales.

Cómo empezar a hacer ejercicio o mejorar el entrenamiento; cómo comer más sano u organizar el menú semanal de la familia para agregar opciones de mejor calidad nutricional; cómo reducir el desperdicio de alimentos o comer con menos sal y controlar los hidratos de carbono son algunas de las consultas que reciben nutricionistas, enfermeros, talleristas y profesores de educación física.

Mientras que en el norte de la ciudad lo más común son las dudas sobre la alimentación y el ejercicio, en los barrios del centro y el sur predominan las visitas de las familias, los abuelos con los nietos y los transeúntes que se controlan la presión y la glucemia, y se suben a la balanza.

Los registros desde 2012 indican no sólo que la cantidad de usuarios de las estaciones fue creciendo hasta ahora, sino también lo hizo el número de esas personas con uno o más de cuatro factores de riesgo: hipertensión, diabetes, colesterol elevado y enfermedad cardiovascular. Mientras que hace cinco años el 19,8% de los 70.683 usuarios tenía alguno de esos problemas, este año la proporción es del 40,3% de las 245.663 personas controladas hasta septiembre pasado.

"No hacemos diagnóstico, ni planes de descenso de peso, sino que les recomendamos a los vecinos a ir al médico. Pero sí orientamos en cambios de hábitos y, también, invitamos a participar de las clases de yoga o baile. En algunas estaciones, en las plazas, hay lockers para guardar objetos personales e ir a caminar. Los fines de semana se puede ir con los chicos a las juegotecas y los mayores pueden participar de talleres para hacer actividad física y mejorar la función cognitiva", explicó Cecilia Antún, directora general de Desarrollo Saludable, área de la que dependen las estaciones.

Mañana, de 11 a 19, celebrarán estos cinco años del programa con una jornada de actividades familiares con acceso público. Será en la estación del Rosedal (avenidas Sarmiento e Iraola).

En 2014, se le encargó un análisis externo del programa Estaciones Saludables al Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS), entidad afiliada a la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Una encuesta a una muestra representativa de los vecinos que se acercaban a las estaciones: valoraban la cercanía (no tenían que viajar, sacar turnos y esperar mucho tiempo), la gratuidad (no había que pagar los controles de presión o glucosa, como en una farmacia) y el vínculo que con los profesionales.

"El éxito del programa tiene que ver con que las estaciones están ubicadas en un lugar de paso, en una estación de subte, en un punto de trasbordo, en una plaza o parque y en reuniones masivas. Que se puede hablar con un profesional o se puede participar de distintas actividades que mejoran la calidad de vida -dijo Antún-. Con los años, fuimos incorporando enfoques más asociados con el bienestar y no sólo con el control de presión o la glucemia."

Una proyección del impacto del programa a cargo del IECS indicó que, en un año, se podrían identificar 4394 nuevos casos de hipertensión, 2108 nuevos casos de diabetes, 39.491 personas aumentarían la actividad física, 48.646 incorporarían más frutas y verduras en las comidas y 46.043 disminuirían el consumo de sal, además de que 28.164 lograrían mantener un peso saludable o disminuir el sobrepeso y 66 de todos los usuarios derivados a un programa de cesación tabáquica, dejarían de fumar.

"La detección de estos factores de riesgo es un paso muy importante en el cuidado de la salud. Saber que tenemos la presión alta nos da la posibilidad de hacer algo para controlarla", indicó Natalia Elorriaga, investigadora del IECS que participó de la evaluación externa.

En dos estudios publicados en Revista Argentina de Salud Pública y Actualización en Nutrición, el equipo de Antún describe los resultados obtenidos con la consejería nutricional, a la que accedieron hasta 2015, unas 6000 personas por mes. Además del seguimiento, el servicio consiste en orientar en cómo aumentar el consumo de frutas y verduras, calcio y agua; hacer más actividad física y reducir el de sodio, grasas e hidratos de carbono, además de ordenar las comidas y no saltear el desayuno.

"También los chicos y los adolescentes de las escuelas que visitan las estaciones, y que pensábamos que era una población con otros intereses, preguntan mucho sobre qué es comer de manera saludable y cómo hacer más actividad física. Llegan en general con algunos mitos sobre la alimentación, incluidos los más chiquitos, que preguntan sobre lo que les dicen los padres o los abuelos. Les explicamos todo y que no hay alimentos prohibidos, sino que hay que comer con moderación", contó Carla López, nutricionista itinerante de las estaciones.

Fuente La Nación