Quien viva en un edificio porteño puede percibir cómo se disparó el valor de las expensas en los últimos tiempos. Según datos de la Dirección de Estadísticas y Censos del Gobierno porteño, en diciembre pasado el promedio para una familia tipo fue de $1.657. En diciembre de 2013, el primer año de la base de datos citada, era de $515, es decir, menos de un tercio.
En ese aumento, los salarios de los encargados han venido cumpliendo un rol protagónico. “Sus sueldos generan una incidencia de entre un 60% y un 80% del valor de las expensas, según la cantidad de departamentos que tenga el edificio”, precisó a este diario Alicia Giménez, de la Unión de Consorcistas de la República Argentina, agrupación que hace años intenta ser parte de las paritarias, aunque por ahora sin éxito.
Para Giménez, “los sueldos y las cargas sociales, más las cláusulas gatillos y los bonos de fin de año terminan incidiendo de una manera brutal en las expensas”. Con todo, reconoce, “no es un problema que una persona tenga un buen sueldo: el problema es la inequidad del sistema y la falta de representación que tienen los propietarios de departamentos en las paritarias de un gremio que los afecta directamente”.
Es que en la discusión salarial están sólo los encargados, representados por el Sindicato Único de Trabajadores de Edificios de Renta y Horizontal (Suterh), y el Ministerio de Trabajo. Falta el tercer componente de toda paritaria: quien paga, que en este caso son los consorcios.
Por otro lado, este 34,7% de aumento en las expensas superó a la inflación promedio del año pasado medida por el Indec, que fue de 24,8%. Una suba fuerte para una clase media que viene soportando incrementos en servicios, medicina prepaga y colegios privados.
Al mismo tiempo, crece la morosidad: un 20% de los hogares no paga las expensas, según un relevamiento de la Asociación Civil de Administradores de Consorcios.
Para Samuel Knopoff, de la Federación de Asociaciones de Consorcios, las subas incluso llegaron a estar por encima del 34,7% que fue publicado oficialmente: “En muchos edificios superó ese porcentaje. Una gran cantidad de consorcios son considerados grandes consumidores, porque servicios como la luz y el gas se pagan como gastos comunes, cuando deberían estar prorrateados. Los edificios y los vecinos no somos empresas”.
Fuente Clarin
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