El Ministerio de Ambiente porteño advierte que lo que se recicla no es suficiente

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Publicado: 21/05/2018
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La Legislatura aprobó hace dos semanas una ley que habilita la termovalorización, un sistema de combustión de basura para transformarla en energía. Aunque en la Ciudad se hicieron campañas y ahora se entierran menos desechos, el Área Metropolitana está rezagada.


Por eso es urgente encontrar alternativas. Con todo, ambientalistas y cartoneros se oponen a la norma que modifica la ley de Basura Cero, de 2005, y posibilita la quema con valorización energética. Dicen que afectará la salud y el medio ambiente.

La Ciudad genera entre 6.000 y 6.500 toneladas diarias de desechos. La mitad es recuperada por los centros verdes, las cooperativas de cartoneros y las plantas de tratamiento de residuos áridos, orgánicos, forestales, de poda y de botellas PET. La otra mitad se entierra en el relleno del Complejo Ambiental Norte III, en José León Suárez, que recibe la basura porteña y de otros 36 municipios.

En el Ministerio de Ambiente y Espacio Público porteño celebran los avances en materia de reciclaje, pero reconocen que aún queda mucho por hacer. Para Andrés Nápoli, director ejecutivo de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), “falta promover una práctica de separación en origen: si uno mira los contenedores negros de la Ciudad, ve que adentro la mitad de los productos son reciclables”.

En toda el Área Metropolitana de Buenos Aires (que incluye a la Ciudad) se producen 15.000 toneladas diarias de residuos. El 96% se entierra. Por eso, advierte la Ceamse, en cinco años el relleno colapsará y no habrá lugar para tirar la basura.

El hecho de que la mayor parte de lo que se recupera provenga de lo recolectado por las cooperativas en los edificios y que las campanas verdes sean sólo complementarias no ayuda a generar hábito en las zonas de casas bajas. Y los vecinos muchas veces deben caminar varias cuadras para llevar sus reciclables a una campana o centro verde.

En ese contexto, en la Ciudad el oficialismo logró que la Legislatura le hiciera cambios a la ley de Basura Cero, entre ellos la habilitación de la termovalorización, un sistema de combustión de residuos en hornos para generar energía y cuyas emisiones serán controladas por un organismo creado para tal fin.

Greenpeace se opone a ese sistema: dice que es caro y que perjudica al medio ambiente y la salud. Las cooperativas de recuperadores urbanos, que reúnen a 5.500 trabajadores, también lo rechazan. Temen perder sus fuentes de empleo porque, creen, se quemarán también los reciclables.

En el Ministerio de Ambiente afirman que no lo harán: explican que es más barato recuperar el material reutilizable que quemarlo. Y el legislador oficialista Gastón Blanchetiere resalta que un artículo de la nueva ley garantiza que los reciclables no serán incinerados. Es el 9, que dice que “los residuos sólidos urbanos podrán ser pasibles de valorización energética cuando no hayan podido previamente ser recuperados y/o reutilizados en los centros de selección, acondicionamiento o tratamiento”.

Para Nápoli, ese artículo es insuficiente. “No se permitió poner una cláusula expresa de plástico, cartón y papel. Sólo se dice que se van a incinerar los residuos que sean producto del descarte, pero no dice específicamente qué es descarte”.

Otro punto polémico es la postura del propio Gobierno porteño sobre la incineración. El 8 de mayo, cooperativas de cartoneros difundieron contenido del sitio Web oficial de la Ciudad que horas más tarde fue borrado. Publicado en septiembre del año pasado, respondía preguntas sobre el manejo de la basura. Una era “¿Por qué no a la incineración?” y en la respuesta se alertaba: “Las plantas de incineración emiten miles de sustancias químicas tóxicas que dañan la salud” y que además son “cancerígenas, persistentes y bioacumulables”. Además, el texto enfatizaba que el monitoreo “no controla todas las emisiones que se producen” y que los resultados de las mediciones “no reflejan el verdadero funcionamiento de las plantas durante todo el año”.

En la ley votada recientemente se habla en cambio de termovalorización, que no es cualquier tipo de incineración sino la que implica recuperación energética. Pero en la página Web retirada decían que ese sistema también es “una opción riesgosa”.

La posible ubicación de las plantas de termovalorización suma a la controversia. La ley aprobada no da precisiones, pero fuentes del Ministerio adelantan que los lugares serán elegidos este año y reconocen que estudian destinos como José León Suárez y Villa Riachuelo, entre otros. En cualquier caso, deben estar cerca de nodos de electricidad y tener acceso rápido a autopistas y caminos de tránsito pesado para minimizar los traslados, que es lo más caro del presupuesto para gestión de residuos.

Recién a fines de 2021 podría empezar a funcionar una planta de ese tipo, según aclaran desde la cartera de Ambiente. Pero ya hay vecinos en alerta: los de Villa Riachuelo salieron a mostrar su rechazo ante versiones de que una de ellas sería instalada en el parque Ribera Sur. “Ya emitimos un comunicado en el que repudiamos la instalación de estas plantas porque son perjudiciales para los vecinos”, dice Julián Morínigo, del Consejo Consultivo de la Comuna 8.

Otro cambio clave a la ley de Basura Cero fue en los plazos en el cronograma de reducción de los desechos que van a los rellenos. Según la norma de 2005, para el año pasado deberían haber bajado en un 75%. Con la nueva ley, los objetivos en cambio son de un 50% para 2021, un 65% para 2025 y un 80% para 2030, tomando como base los niveles enviados en 2012.

La basura porteña se recicla no sólo en los centros verdes y los circuitos informales. También, en plantas de tratamiento de restos de poda, materiales de construcción, orgánicos y botellas PET, que se encuentran en el Centro de Reciclaje de la Ciudad, en Villa Soldati. En ese predio hay además un centro verde automatizado, que reconoce y separa componentes reutilizables como papel, plástico, latas y vidrio.

Clarin.com