En la Ciudad, el 27% de los motociclistas que murieron tomaron alcohol

Comparte esta publicación:

Compartir |



Publicado: 26/11/2018
   SIGUIENTE  >>

El 27% de los motociclistas que murieron en accidentes viales en la Ciudad había tomado, e incluso presentaba niveles de alcoholemia muy superiores al límite legal.


Así lo indica un informe oficial del Observatorio Vial de la Ciudad. Las estadísticas no son estimaciones, sino que revisaron qué constaba en cada una de las causas judiciales que se abrieron en todos los casos de muertos en la vía pública durante 2015 y 2016. Es la primera vez que se hace un estudio de este tipo para determinar la presencia de alcohol en la siniestralidad vial en Buenos Aires.

La Ley Nacional de Tránsito establece que la alcoholemia máxima para los motociclistas es de 0,2 gramo de alcohol por litro de sangre. Es un límite más estricto que el 0,5 gramo que se les permite a los automovilistas, y esto se debe justamente a que conducir una moto es más riesgoso, entre otras cosas porque los motociclistas no tienen más protección que el casco y su capacidad de reacción.

Pero el alcohol está muy presente. De acuerdo a las estadísticas, de los 83 motociclistas muertos que hubo en el período analizado, 22 habían tomado. A esta cifra se le podría agregar los dos casos de motociclistas con alcoholemia positiva que no fallecieron pero sí participaron en accidentes y quedaron imputados en las causas judiciales.

Ese 27% de casos entre los conductores de motos es casi igual al 25% que se dio entre los automovilistas. En peatones, el porcentaje fue del 15% y en ciclistas, del 20% (pero con muchos menos casos, sólo 10 fallecidos).

Se cuentan tanto las víctimas que murieron por un error propio como de terceros. Y es que en el caso de los motociclistas el riesgo de conducir alcoholizado se multiplica porque la muerte se puede producir por una mala maniobra propia o por no poder reaccionar a tiempo y eficazmente si otro conductor comete un error y provoca el accidente.

Otro dato que sorprende es que los motociclistas superaban por mucho el tope de 0,2 gramo por litro de sangre. De hecho, el dosaje promedio de alcoholemia fue de 1,29 gramo, casi seis veces y media más. Esto demuestra, indudablemente, la falta de conciencia sobre el riesgo de manejar alcoholizado.

“Con 0,3 de alcoholemia ya se pierde hasta un 10% de los reflejos y la capacidad de reacción. Por eso, 1,29 gramo por litro de promedio en los dosajes es una barbaridad. Las personas no se dan cuenta del peligro. Los argentinos son insensibles a los riesgos del alcohol en la conducción, les parece que si toman no pasa nada”, advirtió Fabián Pons, del Observatorio Vial Latinoamericano.

La situación es preocupante. “Los resultados requieren atención urgente. Hay una serie de buenas prácticas que la Ciudad puede implementar para reducir la incidencia del alcohol, como aumento de impuestos, límites a la publicidad, reducción de tiempo de apertura para la salida de alcohol y restricciones a la venta a menores”, comentó Margie Peden, jefa del programa global de lesiones de The George Institute for Global Health, del Reino Unido, en referencia a la presencia de alcohol en los accidentes en general en la Ciudad.

El contexto no ayuda, por diversos motivos. Primero, cada vez hay más gente que maneja motos: el año pasado se patentaron un 30% más de motos en la Ciudad, casi 66 por día, según un informe de la Cámara de Fabricantes de Motovehículos. Segundo, porque el alcohol está muy presente en general en el tránsito, no sólo en las víctimas. De hecho, las estadísticas oficiales indican que hay un control positivo de alcoholemia cada dos horas.

Así se llega a las estadísticas luctuosas: el año pasado hubo en la Ciudad 56 motociclistas muertos, un 39,3% del total, una cifra en línea con lo que pasa en el todo el país (38% de las víctimas). Los conductores de motos encabezan el ránking de víctimas fatales.

“El consumo de alcohol es una de las principales causas de siniestralidad fatal. Trabajamos reforzando controles en calle y realizando acciones de concientización, pero es clave la importancia del cambio de hábito. El alcohol y el volante nunca son compatibles”, sostiene Paula Bisiau, subsecretaria de Movilidad Sustentable y Segura de la Ciudad.

Por lo pronto, en la Secretaría de Tránsito y Transporte de la Ciudad aseguran que en lo que va del año realizaron más de 173.000 controles de alcoholemia (sumados autos y motos), lo que significa un incremento del 22% respecto de igual período del año pasado. Esto se logró porque pasaron de 12 a 25 puestos de control callejero los fines de semana. En la Ciudad trabajan 2.750 agentes del cuerpo de control de tránsito.

Los test positivos fueron 3.186, el 1,8% del total, lo que puede parecer poco pero significa que se detecta, en promedio, un conductor alcoholizado cada poco más de dos horas. El dosaje promedio fue de 0,85 gramo de alcohol por litro de sangre. En el 86,2% de los casos, los conductores que dieron positivo fueron hombres. También hubo 1.819 positivos en controles de drogas.

La zona sur es donde más casos se detectan
La Comuna 8 es la zona de la Ciudad con más víctimas de siniestros viales que habían tomado alcohol. De acuerdo al informe del Observatorio Vial de la Ciudad, el 24% de los fallecidos en esta zona (en total fueron 22) había bebido.

La Comuna está formada por los barrios de Villa Lugano, Villa Soldati y Villa Riachuelo. En la Secretaría de Tránsito porteña explican que parte de los accidentes se explican porque uno de los límites de la Comuna 8 es la avenida General Paz, donde suelen producirse muchos siniestros con participación del alcohol.

Tiene sentido si se ve que las estadísticas confirmaron la tendencia histórica: los sábados y los domingos son los días con más muertos en siniestros viales. Es que, se sabe, la mayor incidencia del alcohol al volante se da en las madrugadas de los fines de semana, cuando los jóvenes van o vuelven de los boliches.

Otro número también lo confirma. En el período analizado por este estudio, el 66% de los conductores fallecidos (sumados los de autos y motos) tenía entre 15 y 34 años, y en la mayoría de los casos eran hombres.

CLARIN.COM