El proyecto había sido enviado por el Ejecutivo semanas atrás. La Ciudad lo anunció en la Cumbre de Líderes del Transporte Público que se realizó en Moscú, y luego el tratamiento en la Comisión de Tránsito y Transporte de la Legislatura se llevó adelante sin muchas trabas. Dado que se trata de una ley que se aprueba con la mayoría simple de los votos, y como el bloque oficialista Vamos Juntos cuenta con 34 sobre 60 diputados, se descuenta su sanción. Además, algunos legisladores opositores acompañarían la iniciativa.
La norma permitirá que el Ejecutivo lance, en julio, una prueba piloto que durará un año. La idea es crear un sistema similar al de Ecobici, pero pago. En los locales de algunas cadenas (como Starbucks, Farmacity u otras) habrá estaciones donde se podrán retirar los monopatines y usarlos por un determinado tiempo, para luego devolverlos en otra parada. Para hacerlo, habrá que descargar una aplicación y registrarse.
Aunque las cifras se definirán cuando el programa esté a punto de ponerse en marcha, en principio se pagarían $ 25 por desbloquear el monopatín en la estación, y luego entre $ 7 y $ 10 por cada minuto de uso.
Por supuesto, la norma también habilita que la gente pueda andar con su propio monopatín eléctrico, que en el mercado se consiguen por $ 10.000 en adelante.
La ley establecerá, además, los límites a su uso. No podrán circular por las veredas, sí por las ciclovías. Los usuarios tendrán que ponerse casco y chaleco reflectante. Los monopatines no podrán levantar más de 25 km/h; y deberán contar con bocina, frenos y luces delanteras y traseras. Además, sólo se permitirá una persona por vehículo.
Pero la aprobación de esta ley no está exenta de algunas dudas, que vienen por el lado de la seguridad vial. Es que, en definitiva, se incluirá un actor más en el ya complicado tránsito porteño. Un protagonista bastante frágil y con riesgo de accidentes.
Para Fabián Pons, titular del Observatorio Vial Latinoamericano, “la clave es que los usuarios de monopatines eléctricos sean identificables, que los vehículos tengan una patente, como debería suceder también con las bicicletas. De lo contrario, no se los podrá controlar ni sancionar si no respetan las normas de tránsito”.
Por otra parte, Pablo Azorín, jefe de Seguridad Vial de la Federación Internacional del Automóvil, agregó que “los monopatines son una buena opción, y son ecológicos. Pero deberían estar homologados, y los conductores tendrían que recibir aunque sea una capacitación mínima. La empresa que los alquile o la persona que los compre debería contratar un seguro de contra terceros”.
El fenómeno de los monopatines creció erráticamente en otras ciudades, donde buscan regularlos. Sucede en Francia, por ejemplo, donde el Gobierno estudia endurecer regulaciones y sanciones.
CLARIN.COM
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