Los monopatines eléctricos cambiaron la forma de viajar de los porteños

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Publicado: 18/12/2019
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El arribo de los monopatines eléctricos a la ciudad cumplió seis meses y, en ese tiempo, su uso ya generó un impacto en la movilidad, convirtiéndose en una alternativa cada vez más convocante. 

Los balances de las cuatro empresas que se reparten el servicio en distintas zonas de Buenos Aires demuestran que los dispositivos ya son parte de los nuevos hábitos de los porteños que los utilizan, principalmente, para recorrer la última etapa del viaje entre el hogar y el trabajo o la universidad.
 
La participación de los dispositivos en la escena urbana también muestra que muchos usuarios no suelen cumplir con las normas establecidas por la ley porteña que habilitó y regula su uso. Circular por lugares prohibidos o hacerlo sin los elementos de seguridad apropiados constituyen las infracciones más habituales.
 
Para gran parte de los usuarios, los también llamados scooters se convirtieron en sustituto de los vehículos particulares y el transporte público, quizás una de las mejores virtudes del sistema en una ciudad donde cada vez son más frecuentes las políticas para desalentar el uso del automóvil e implementar nuevas formas de traslado, sustentables y amigables con el entorno. Esto se desprende de una encuesta realizada por uno de los concesionarios del servicio con el fin de establecer la conducta de las personas que realizan viajes en la Capital.
 
El relevamiento lo realizó Lime e indica que el 22,4% de sus usuarios emplearon el monopatín eléctrico en lugar del vehículo, a dos meses de comenzar a operar con una flota de 860 unidades, el máximo permitido por la regulación de uso de estos dispositivos que aprobó la Legislatura porteña. Grin, Movo -ambas con dotaciones de 860 unidades- y Glovo -que no informó la cantidad de scooters que administra- no cuentan con estudios similares, aunque sostienen que el comportamiento de sus clientes es similar al de los de Lime.
 
En los primeros 60 días de actividad, los usuarios de esta última empresa recorrieron un total de 77.678 kilómetros en viajes que tuvieron un promedio de entre 8 y 10 minutos o, como lo explica el operador, recorridos de la primera y la última milla para combinar el uso de monopatín con algún otro medio de transporte. La encuesta pudo establecer que el 34,7% de las personas los utilizó para llegar o volver del trabajo o la universidad, y que el 23% lo ubicó como la forma más rápida de viajar.
 
"Son realmente prácticos. Los uso dos o tres veces por semana por laburo. Tomo colectivo o subte y trato de combinar para bajarme lo más cerca posible de alguna estación. El último tramo lo hago en monopatín, y lo disfruto", contó Claudio Aydala, visitador médico, que suele utilizar scooters de más de una empresa de acuerdo con el lugar donde se encuentre.
 
Para usar los monopatines es necesario bajar la aplicación y registrarse con un usuario. Luego vincular una tarjeta de débito o crédito para abonar los viajes y, una vez en las estaciones, desbloquear los dispositivos mediante el código QR. En todos los casos, el costo inicial para desbloquearlos es de $15 y cada minutos se cobra $12. Así, un viaje de 10 minutos tiene un costo de $135 y uno de 20 minutos, $255.
 
"Prefiero usar la bicicleta, por eso cuando llegaron no les presté mucha atención. Pero con el tiempo me di cuenta de que algunas estaciones me quedan muy cómodas y empecé a utilizarlos. Son divinos y prácticos, me encantan", soltó Camila Zafrán, estudiante de medicina.
 
La primera empresa en comenzar a operar en la Capital fue Grin, que acaba de lanzar una nueva funcionalidad de la aplicación al ofrecer una suscripción mensual para no pagar el costo de desbloqueo en ninguno de los viajes. Después de ampliar su flota en la ciudad de Buenos Aires, cruzaron la General Paz para prestar servicio en San Isidro. Hasta el momento la aplicación lleva acumulados 300.000 viajes con más de 200.000 usuarios registrados, que los utilizan para recorridos de entre 1,5 y 1,6 kilómetros.
 
"El comportamiento de los usuarios es diferente. En días hábiles se nota un uso para micromovilidad, para conectar el trabajo o la universidad con el hogar y, en mucho casos, con la combinación de transporte público. Los fines de semana son más empleados para ocio y paseo", explicaron desde la empresa.
 
Robos e infracciones
Al momento de la discusión del proyecto para habilitar su uso, en la Legislatura porteña se establecieron normas de seguridad que debían cumplir los monopatines eléctricos y los usuarios. Circular por ciclovías o por el lado derecho de las calles, usar casco, respetar la prioridad peatón, no transitar por las veredas, una sola persona por unidad y mayor de 16 años, un límite de velocidad de 20 km/h y la colocación de elementos reflectantes en los dispositivos fueron los puntos más importantes aprobados.
 
Sin embargo, en muchos casos las reglas no se cumplen, según se observa a simple vista en las calles. Las infracciones tienen que ver con las conductas de los usuarios que utilizan las veredas, circulan sin casco, de contramano por las calles o fuera de las zonas establecidas. A pesar de esto, y como ocurre con las faltas cometidas por los ciclistas, la Secretaría de Transporte porteña afirmó que aún no está planeado multar a los usuarios.
 
A diferencia del sistema Ecobici, las estaciones para retirar monopatines eléctricos no tienen anclaje, sino que se estacionan en puntos predeterminados de antemano y que figuran en la geolocalización de las apps. El usuario se acerca hasta uno de estos lugares, desbloquea el dispositivo, lo utiliza y al finalizar lo deposita en otro de los lugares indicados. Esta metodología podría derivar en el robo o extravío de muchas unidades, aunque desde las empresas admitieron que este fenómeno no sucede.
 
"La cantidad de robos es mínima, porque los equipos tienen GPS. Y contamos con protocolos y un equipo operativo que nos ayuda a recuperar la mayor cantidad de monopatines extraviados", dijeron desde Movo. Grin, Glovo y Lime. Explicaron que el monitoreo de las unidades en tiempo real permite saber la ubicación de todos los equipos. Cuando se detecta un movimiento inusual, se activan los protocolos de seguridad para recuperar la unidad.
 
Los cuatro operadores están atravesando una etapa de prueba que se extenderá durante seis meses con posibilidades de ampliar el período por un año más, tal cual se estableció en la reglamentación de uso de los dispositivos. Transcurrido ese tiempo, podría abrirse el juego para otras empresas de acuerdo con la evaluación del servicio y a la aceptación de los usuarios que, al parecer, ya los adoptaron como un medio de transporte más.
 
Las claves del funcionamiento del sistema
 
Los monopatines de uso compartido tienen una restricción horaria para evitar incidentes durante la noche. Se pueden usar de 8.30 a 20, aunque en pocos días más se ampliará de 7.30 a 21.
 
Según las reglas aprobadas para su circulación por la ciudad, la velocidad de los dispositivos no puede superar los 20 km/h. Todas las unidades deberán contar con un limitador de velocidad.
Campañas educativas
 
Las empresas deben promover las normas de seguridad vial y realizar campañas en sus aplicaciones sobre las normas de uso. También debe hacerlo la Secretaría de Transporte porteña.
 
Las cuatro empresas que prestan el servicio cuentan con un sistema para rastrear y relocalizar la totalidad de los monopatines en las estaciones al finalizar el horario de uso establecido.
 
La circulación en plazas, plazoletas, parques, cementerios, reservas ecológicas y otros espacios verdes no está habilitada. Deben circular por ciclovías o por el lado derecho de las calles, no por veredas.
 
LANACION.COM