Justo reconocimiento a una médica del Hospital Fernández

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Publicado: 07/07/2016
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La doctora Basso, un ejemplo a seguir


El milagro del nacimiento plantea siempre un enorme desafío. Algunas embarazadas optan por el parto en el agua; otras, por un parto asistido en sus domicilios, y las más de las veces, por el habitual parto hospitalario. En todos los casos, priorizar un parto respetado es fundamental, atendiendo no sólo la salud de bebes y padres, principalmente de las mamás, sino también sus emociones.

Graciela Basso, reconocida pediatra, neonatóloga y psicoanalista, especializada en neurodesarrollo neonatal e infantil, vence resistencias y pone en práctica todos los días en el hospital Fernández el llamado Método Madre Canguro (MMC), que desde 1978 se utiliza en distintos lugares del mundo y que plantea una alternativa a las incubadoras para nacidos prematuros con bajo peso. Consiste en promover el contacto piel con piel temprano, continuo y prolongado entre madre y recién nacido, con lactancia materna frecuente y exclusiva o casi exclusiva, que surge como alternativa a la atención neonatal, para facilitar el vínculo entre ambos y reducir los costos de atención. Trabajadora incansable, Basso coordina también el grupo de trabajo Neurodesarrollo e Intervención Temprana; dirige el Centro de Educación para el Cuidado Individualizado del Recién Nacido y su Familia, y es directora de la Carrera de Desarrollo Infantil que dicta la Universidad de Buenos Aires.

Los servicios de seguimiento del recién nacido observaron que tan importante como lo que ocurre desde la concepción en el vientre materno es lo que pasa en una terapia intensiva que asiste al neonato prematuro. Por este motivo, se desarrolló un programa que involucra directamente a la familia en el cuidado del bebe, abriendo a los padres las puertas de las unidades neonatales durante las 24 horas, con reposeras para que las madres estén cómodas, fajas para acercarse piel con piel a sus hijos, estructuras como nidos para que los recién nacidos puedan mantener la postura intrauterina y un ambiente silencioso y de poca luz que protege a los bebes prematuros del estrés .

Como agrega Basso, el secreto está en interpretar correctamente las necesidades reales del bebe, fortaleciendo el apego, tanto en forma individualizada en la unidad neonatal como en la residencia de madres del hospital Fernández, para que al volver al hogar madre e hijo no sean dos extraños. Este abordaje continúa acompañando en el hospital a los bebes durante los primeros seis meses de vida para facilitar su evolución hasta el momento del alta. "Todo esto hace que el vínculo con la madre sea diferente. Empezamos a detectar en los prematuros pequeños las desviaciones del desarrollo normal e intervenimos a tiempo. Nos concentramos en ayudar en los primeros días de vida, que definen en el largo plazo el destino del individuo", dice Basso, quien aprendió también que parte de la medicina es saber acompañar no sólo a vivir, sino también a morir amorosamente y a afrontar situaciones difíciles.

No vacila en afirmar que la intervención temprana es clave para una sociedad más sana. Facilitar el vínculo positivo de una madre con su hijo contribuye a la reducción de todas las patologías desde la nutrición hasta el sostén emocional, su educación, su vinculación social, al punto incluso de evitar la delincuencia. Un niño bien alimentado y amado será un individuo que funcionará mucho mejor en la sociedad, según esta pediatra que reclama que el Estado garantice mayores controles en el embarazo y adecuada cobertura a lo largo de los primeros mil días de vida de un niño.

 

FUENTE: La Nación