Los conductores de Panorama Político, Alejando Pérez y Jorge Espinola, entrevistaron telefónicamente al diputado provincial de Chubut Emanuel Fernandez.
Un salpicón semanal que ya está aquí,una vez más, burlando los satélites del Kremlin y de Washington, saltando la famosa grieta, no transitando por la ancha avenida, tomando mate y descifrando los enigmas del Anarcocapitalismo:"Dont tread on me".
Tras medio período como jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta busca darle su impronta a una gestión que él ve como mucho más que un tercer mandato porteño del ahora Presidente.
Por Nicolás Lantos
La apuesta a una especie de gatopardismo inverso, en el que parece que nada cambia en la superficie mientras el fondo experimenta modificaciones sustanciales, por ahora le ha rendido algunos resultados; otras soluciones a problemas endémicos de la Ciudad le siguen siendo tan esquivas como a su predecesor y jefe político. Él confía en que el correr de la gestión lo dejará bien parado. Allí, cree, reside su principal ventaja comparativa con otros emergentes amarillos que tienen ambiciones similares a las suyas.
Es que, lejos de los focos, HRL sigue siendo, además, una pieza clave en la mesa chica del Pro y debe atender urgencias políticas que no por esquivar las portadas de los medios son menos urgentes: la supervivencia de Cambiemos en el distrito donde nació, atormentada por las exigencias faraónicas de Elisa Carrió y los pactos y desavenencias entre los socios radicales, es una tarea cotidiana. Y la sucesión presidencial, en dos años o en seis, una misión para la que el jefe de Gobierno se prepara desde que daba sus primeros pasos en la arena política.
Los planes de Rodríguez Larreta para el distrito (y para su futuro) se asientan sobre dos columnas: la transformación de la Ciudad mediante una muy fuerte inversión en obra pública y la consolidación de la administración porteña como un ente autonómico del Estado federal a través de los traspasos de la Policía (ya realizado), la Justicia y, quizás en un futuro, el Puerto. En ese sentido, la Villa Olímpica, que se completará el año que viene en Soldati, es una de las principales apuestas: el complejo que va a albergar a los atletas que participen de los Juegos de la Juventud será vendido luego como viviendas sociales, revalorizando la zona.
Si Macri fue el jefe de Gobierno que le cambió la cara al norte de la Ciudad, Rodríguez Larreta quiere ser recordado como el que hizo lo propio con el sur, ardua tarea cuyo éxito no está garantizado ni mucho menos. La terminal fantasma de Dellepiane, inaugurada hace un año como alternativa a Retiro y aún ociosa, es un recordatorio constante de las dificultades.
Entre ceja y ceja del jefe de Gobierno está también la urbanización de las villas, principalmente de la 31, asentada en uno de los terrenos más caros de la Capital; no por nada una gigantografía de ese barrio preside su despacho. Sin embargo, la venta de tierras públicas para financiar parte de la urbanización de la Villa 20 y otros emprendimientos de desarrollo fue denunciada por el FIT como un “toma y daca” entre la política social y los negocios inmobiliarios. Según el oficialismo, es, en cambio, una manera de obtener fondos para urbanizar sin recurrir al endeudamiento.
El transporte, en general, resulta un problema que a HRL le cuesta solucionar, como le costó a Macri en su momento. El Metrobús demostró ser una herramienta efectiva pero insuficiente, los subtes están cada día en peor estado y el GCBA ni siquiera pudo salir bien parado de un conflicto relativamente sencillo como el que mantuvieron los taxistas con Uber. Quizás por eso los esfuerzos oficiales en materia de infraestructura se vuelcan a lo vial: el Paseo del Bajo –que facilitará el tránsito pesado por la zona y aportará decenas de miles de metros cuadrados de espacios verdes– y la eliminación de los pasos a nivel son, hoy, prioridades que buscan aliviar el insoportable tráfico porteño. La promesa de Larreta es terminar su mandato con la totalidad de las barreras ferroviarias eliminadas.
La educación fue otro tema en el que el jefe de Gobierno no puede, por ahora, exhibir galardones: el proyecto Secundaria del Futuro fue resistido y generó un conflicto de índole político. El año que viene comenzará a aplicarse de forma piloto, pero todavía no tiene consenso entre la comunidad educativa. Tampoco lo tiene el flamante proyecto para que la formación docente se aúne en un solo instituto de carácter universitario. La falta de vacantes en la escuela pública es un problema ya endémico que tiene sus orígenes en la gestión Macri pero se agravó en los últimos dos años. La salud pública también quedó rezagada, sin grandes anuncios ni mejoras cotidianas.
El traspaso de la Policía a la Ciudad, una de las grandes promesas de campaña y uno de los principales ejes de estos primeros dos años, se realizó sin sobresaltos, cumpliendo una demanda legítima de buena parte de la sociedad. La parte mala de la noticia es que la nueva Policía parece compartir los vicios de la vieja: las denuncias de abuso de autoridad se multiplicaron, uno de los jefes fue removido por corrupción y el accionar represivo durante algunas manifestaciones, con capuchas de civil y detenciones al azar incluidas, dista mucho del que se espera para una fuerza democrática.
A partir del 10 de diciembre, Rodríguez Larreta contará con una ventaja que Macri nunca tuvo: mayoría propia en la Legislatura. Eso le permitirá avanzar con muchos proyectos sin necesidad de consensuarlos con otros sectores.
El futuro político del jefe de Gobierno depende de lo que pase los próximos dos años. El frente interno está amenazado por la impredecible figura de Carrió, montada sobre una enorme popularidad de este lado de la General Paz, y por las luchas intestinas de un radicalismo que se siente más cómodo siendo oposición. Hace dos años estuvo cerca de perder el balotaje contra ellos, encolumnados detrás de Martín Lousteau, y no quiere volver a pasar por eso: su prioridad en ese sentido es asegurarse que en 2019 Cambiemos sea un solo espacio en la Ciudad. Y que ese espacio les responda solamente a él y a Macri.
Fracasar en esa tarea pondría en jaque su ambición: ser el sucesor del Presidente cuando Macri o la Constitución decidan que ya fue suficiente el tiempo en la Casa Rosada. No es la primera vez que debe disputar ese rol: en 2015 derrotó con holgura en las primarias a Gabriela Michetti, una compulsa que tenía, a priori, final abierto. Hoy los contendientes tienen más peso político: se habla del jefe de Gabinete, Marcos Peña, y de la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal. A los dos, Larreta los vio crecer cerca de él y los conoce muy bien. Quizás por eso da un paso al costado y sigue construyendo poder desde su lugar, lejos del calor de los focos, por ahora.
Fuente noticiasurbanas.com.ar