El centro comercial sufre el impacto de argentina "cara en dólares".
Los reclamos de los comerciantes y el plan del Gobierno porteño.
El feriado XXL de hace dos semanas le permitió a la peatonal Florida recuperar un poco del vigor que la caracteriza. Comparado con el boom turístico que se registró durante 2022 -cuando Buenos Aires se posicionó como la ciudad preferida por los turistas latinoamericanos- fue una leve bocanada de aire fresco para este paseo que hoy atraviesa una situación que tiene muy preocupados a los comerciantes, trabajadores y trabajadoras.
Por supuesto, Florida es uno de los termómetros de muchas de las cosas que suceden en la Ciudad y en el país. Y hoy lo que acontece a nivel económico está impactando fuertemente en la realidad de esta histórica peatonal.
Desde el punto de vista turístico, la situación plantea un desafío dificil de sortear para Florida: los últimos números publicados por el Indec (Instituto de Estadísticas y Censos) reflejan que en abril ingresaron al país 762.800 visitantes no residentes. Esta cifra representa una variación interanual negativa del 30%. Y se eleva hasta el 35% si el corte es sólo con turistas de países limítrofes.
Buena parte de esta baja se sustenta en un dato concreto y de fácil validación: el valor de los servicios e insumos en dólares, en comparación con otras grandes ciudades del mundo y la región. Argentina hoy es un país caro para los turistas.
Mientras que los datos económicos locales apabullan: el 52% de la población es pobre -en los tres primeros meses del año, se sumaron 3,2 millones de nuevos pobres-, aumentó el desempleo, el PBI se desplomó (junto a la caída del consumo y debido al ajuste), los costos de los servicios se dispararon (aún quedan aumentos que fueron postergados por el gobierno para evitar que impacten en la inflación) y la palabra recesión volvió al vocabulario diario.
En este contexto, Florida está en alerta. Héctor López Moreno, presidente de la Asociación de Amigos de Calle Florida, habló con Clarín y manifestó su preocupación: "El derrumbe de la actividad lo explica una razón muy sencilla: todo está caro, carísimo, aún pese a que prácticamente no se actualizan precios desde febrero. A esto se suma todo el contexto económico del país. Estamos en contacto con todos los comerciantes, charlando, compartiendo experiencias, atentos a este situación".
Porque además del derrumbe en las ventas, los comerciantes afrontan el aumento de los servicios que en algunos casos se disparó a niveles astronómicos, como es el caso de AySA. Para peor, faltan tramos de aumentos en las tarifas, que fueron postergados por el gobierno y aún no se sabe cuando se implementarán.
Pese a esta situación, la vacancia es baja, hay pocos locales cerrados y son mayormente los que tienen mucha cantidad de metros cuadrados. En general pertenecen a empresas o familias que tienen espaldas para "esperar" a ver que pasa con la economía; mientras que los más chicos se están alquilando porque acomodaron los precios a la baja. "Se fueron las marcas reconocidas y famosas y en cambio se ven tiendas de ropa sin marca", explicó López Moreno.
Uno de los locales vacíos más grandes de la peatonal es el de la esquina de Perón, en donde funcionó el sector de electrodomésticos de Falabella. Otro local enorme que alquilaba Falabella (incluso con salida a San Martín) fue parcialmente alquilado a una tienda de indumentaria femenina.
Buena parte del año pasado el local de indumentaria brasileña Renner también estuvo cerrado, pero por falta de stock. Ya en funcionamiento, se encuentra ubicado junto a Zara, en Florida entre Viamonte y Tucumán.
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