La Ciudad ya usa tecnología para prevenir inundaciones y detectar autos robados

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Publicado: 04/10/2017
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En las calles de Nueva York, si una persona deja un paquete en la vereda y nadie interactúa con la caja durante 30 segundos, se dispara una alarma. Las ciudades están más inteligentes desde que el mundo cambió el 11 de septiembre de 2001. Detrás de la alerta neoyorkina está Microsoft. Detrás de la red de mil sensores de la Ciudad de Buenos Aires también. 


Microsoft Argentina almacena los datos en su nube y los procesa para encontrar patrones y predecir conductas. Toda la información registrada se transmite en tiempo real a través de una red llamada Low Range WAN (LoRa), que conecta los sensores entre sí y con otros dispositivos. Es la primera con estas características en la región, pero no el primer antecedente de uso de tecnología vinculado con la Ciudad de Buenos Aires.

Hasta 2015, lo que ocurría bajo el sueño porteño, en los desagües pluviales, sólo se manifestaba en la superficie cuando el sistema colapsaba durante una tormenta y había inundaciones. La manera de evitarlo, de tener ojos en ese mundo subterráneo, fue instalar una red de sensores.

Hoy está compuesta por 46 módulos que arrojan información cada dos minutos a centros de monitoreo que funcionan todos los días del año. En los ductos a 15 metros de profundidad el Ministerio de Ambiente y Espacio Público colocó limnígrafos y caudalímetros: miden la altura, velocidad y caudal de los arroyos, y permiten saber con exactitud en qué momento un canal se saturará.

Al mismo tiempo, en la superficie se levantaron estaciones meteorológicas con pluviómetros (mediciones de cantidad de lluvia), anemómetros (recolectan información sobre la velocidad y dirección del viento) y sensores de temperatura.

No con el nivel de penetración de Nueva York, pero en Buenos Aires, también hay antecedentes de uso de sensores con fines de seguridad. En diciembre de 2016 empezaron a funcionar los primeros pórticos con lectores de patentes, diseñados para detectar vehículos con pedido de secuestro o placas apócrifas. Los dispositivos funcionan con una cámara conectada a una computadora, que a su vez procesa las imágenes en tiempo real.

Primero fue una arquitectura audiovisual. Cámaras en las esquinas, en el subte, en los comercios y hasta en los palieres de los edificios, con sus imágenes reproducidas entre un canal de noticias y otro de fútbol. Ahora, el lector de la vida cotidiana en las ciudades pasa por objetos menos obvios, quizás menos invasivos, quizás no. El futuro llegó y hasta el urbanismo tiene ahora su versión analógica.

Fuente: Clarin