Los cafés notables de Buenos Aires luchan para no desaparecer

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Publicado: 28/10/2019
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Mientras dos cafés notables preparan su resurrección, otros no corren tanta suerte. A mediados de noviembre, los dueños asturianos del Roma se despedirán de este bar de Balvanera, aunque confían en que otro administrador tome la posta.

El local de la Richmond sigue en alquiler, para cualquier uso comercial. Y el bar Plaza Dorrego en San Telmo continúa abierto pese a que se venció el contrato de alquiler, pero sus trabajadores, que formaron una cooperativa, enfrentan una demanda por desalojo que les inició el dueño del inmueble.
 
Ubicada en Florida al 400, la Richmond fue una confitería emblemática durante casi un siglo pero, desde que cerró sus puertas en 2011, su ritual no volvió a repetirse. Es que su local fue preservado en arquitectura, pero no en usos: tras el cierre del bar, funcionó allí una tienda deportiva, y ahora se ofrece en alquiler para instalar cualquier tipo de comercio.
 
En el aviso, publicado hace un mes y medio por la inmobiliaria Paredes, se destaca simplemente su superficie -planta baja y subsuelo de 11 metros de frente por 60 de fondo-, que puede obtenerse por la módica suma de $ 900.000 por mes, con expensas de $ 88.000.
 
El bar Plaza Dorrego sí tiene quién defienda su uso original: sus trabajadores, que desde septiembre ocupan el local día y noche, para evitar su cierre. El contrato de alquiler venció a principios de este mes y les deben sueldos desde agosto. El administrador no da respuestas y el dueño de la propiedad busca recuperar el local de Defensa y Humberto Primo.
 
Pero no todas son malas noticias: la Comisión de Monumentos Nacionales ya envió al Ejecutivo el pedido para declarar el café Bien de Interés Histórico Nacional. Y el mítico bar sigue funcionando, muchas veces a salón lleno, operado por la cooperativa que formaron sus empleados.
 
“Seguimos con el reclamo de salarios, aportes y contribuciones patronales contra el empleador y queremos avanzar en la negociación con el dueño del local, porque los trabajadores pueden gestionarlo bien y generar los recursos para pagar el canon locativo a valores de mercado”, explica a este diario el abogado de los empleados, Luis Palmeiro. Cuenta además que hace diez días el directorio del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES), dependiente del Ministerio de Salud y Desarrollo Social, aprobó la cooperativa de trabajo, llamada San Telmo Séptimo.
 
Detrás de la famosa barra de madera del bar, Sergio Alfonso, mozo y vocero de los trabajadores, aclara los tantos. “No estamos pidiendo solidaridad. Queremos pagar el alquiler y cumplir con los requisitos y términos que corresponden, como cualquier persona”. Y se prepara para reunirse este lunes con su ex empleador en la Subsecretaría de Trabajo, Industria y Comercio de la Ciudad, aunque lo desvela más la demanda por desalojo que les inició el propietario del local. “Lamentablemente quisimos llegar a un acuerdo, pero aún no pudimos hablar con él, aunque lo invitamos a la citación del lunes. Por suerte, tenemos el aliento del público, que viene y nos pide que sigamos”, destaca. Y sigue trabajando.
 
CLARIN.COM