Más vehículos y motos invaden las ciclovías en los barrios

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Publicado: 08/04/2019
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No sólo lo denuncian quienes andan en bici: también lo confirma un informe oficial, que señala que el año pasado aumentaron un 150% las infracciones por este motivo con respecto a 2017.

El récord lo tiene la ciclovía de Blanco Encalada, en Belgrano, con 987 infracciones durante 2018. Le siguieron la de 11 de septiembre de 1888, en Palermo y Belgrano, con 890 multas; y la de Juan Agustín García, en Villa General Mitre y Villa Santa Rita, con 771.

Los datos son de la Secretaría de Transporte de la Ciudad, que observó además otra bicisenda de Palermo con gran cantidad de faltas: la de Zapata, con 657 actas. Completa el lamentable top cinco la de Uspallata, en Parque Patricios, que sumó 522.

Las infracciones en esas y otras ciclovías porteñas totalizaron el año pasado la preocupante cifra de 12.611, un 150% más respecto de 2017, que había registrado 5.006. Como se ve, ninguna de las ciclovías con más faltas son céntricas, sino barriales.

Desde este año hay 20 agentes de Tránsito en bicicleta abocados exclusivamente a garantizar que las ciclovías estén libres de autos, informó el Gobierno porteño. Sin embargo, la invasión vehicular en territorio exclusivo de ciclistas continúa.

Los camiones son las estrellas en esta materia: tanto los fletes cuando hacen mudanzas, como los que distribuyen soda o agua a las casas, como los que proveen mercadería a supermercados. Están los que llevan material de construcción a una obra y las combis que trasladan a los instaladores de servicios de televisión por cable. También los autos que son reparados en las veredas de los talleres, o los de conductores que esperan para entrar al lavadero. Las motos en muchos casos circulan directamente por las ciclovías y exponen a los ciclistas a un riesgo alto. Y la lista sigue.

Pero los usuarios de bicis también señalan uno de los vehículos cuya presencia más se agradece en ciertos momentos: las ambulancias. En esos casos, la invasión que ejercen sobre las ciclovías puede hablar de errores de planificación y diseño. Claudia (55), que vive en Recoleta, apunta a las que están “sobre la ciclovía de la calle Ecuador, a la altura del Hospital Alemán”. Ariel (37) las observa en la bicisenda de Alsina. “En la esquina con Entre Ríos siempre hay una ambulancia. Pareciera que se admitiera esto porque es en la zona de Congreso. El problema es que nos hace ir a todos fuera de la bicisenda”.

Una vez que la ciclovía fue invadida, el mayor riesgo lo corren los ciclistas que circulen por la bicisenda en dirección contraria al tránsito de los autos. "Eso nos obliga a salir de la bicisenda y, en consecuencia, a andar a contramano por la calle, que a veces es muy angosta. Eso nos pone en riesgo", explica Irene Fernández, de la Asociación Ciclistas Urbanos (ACU). "Ni hablar cuando se llevan chicos atrás o se traslada una carga, algo que afecta la maniobrabilidad", completa.

En esta lucha cuerpo a cuerpo -o cuerpo a auto- por el territorio de la calle, hay dinámicas de poder que se ponen en juego. "Las ciclovías les restan espacio a los autos, y justamente lo que se busca es que se reduzca el uso del automotor. Eso genera descontento entre los automovilistas, que creen que el espacio de la calle es exclusivamente automotor. Muestra de esto son los autos en las ciclovías", analiza Dhan Zunino Singh, investigador del Conicet y experto en movilidades.

Zunino Singh ensaya una explicación sobre por qué esta infracción se da más en los barrios: "Muchas de las zonas más alejadas del centro están fuera de la red de subte y no tienen buena oferta de transporte público. En parte por eso los vecinos usan más el auto. Entonces, si les sacás el espacio de estacionamiento en la calle con una ciclovía, encontrás más resistencias".

Uno de los reclamos de la comunidad ciclista que ella resalta es la falta de separadores altos, "porque los bajos están preparados para que cualquier vehículo pueda pasarlos por encima con una rueda".

Pero no sólo hay tensión entre ciclistas y automovilistas: hay un grupo que usa la bici y así y todo se ganó la antipatía de sus compañeros de medio de transporte: los repartidores de las apps Glovo, Rappi y PedidosYa. “Van a las chapas cruzándose de carril, mirando sus celulares y mayormente sin luces. Algunos ni casco llevan. El otro día volvía por Superí y uno casi me incrusta la caja porque se les bambolea de un lado a otro”, cuenta Giselle (30).

Según datos oficiales, el 4% de los viajes en la Ciudad se hacen en bici. La red de ciclovías mide 230 kilómetros, que se extienden por 41 de los 48 barrios porteños. En 2019 sumará 20 kilómetros. Los ciclistas esperan que, al ritmo del aumento en el tamaño de la red, crezcan la conciencia sobre su derecho a circular en todas las calles porteñas.

El Código de Tránsito y Transporte porteño prohíbe estacionar en todas las ciclovías porteñas, a cualquier hora. Tampoco es legal detenerse en ellas u ocuparlas temporalmente para bajar o subir del auto, o dejar o buscar objetos o mercadería.

Las únicas excepciones para estacionar en una ciclovía son que haya una emergencia médica, o que que bajen o suban de autos personas con movilidad reducida o alumnos que ingresan o se retiran de la escuela.

Quienes incumplan la norma pueden sufrir multas de $ 3.210 (150 Unidades Fijas). Las infracciones pueden denunciarse a través de la aplicación BA Denuncia Vial y BA 147.

Para Irene Fernández, de la Asociación Ciclistas Urbanos, "las multas económicas no sirven. Hay que implementar el sistema de puntos, del que tanto se habló, para que las personas que cometen esta infracción de forma repetida no puedan manejar".

En tanto, el investigador Dhan Zunino Singh resalta que "el modelo punitivo siempre ha sido controversial, porque se pierde la oportunidad de educar. Hay que introducir fuertemente la idea de que ambos medios de transporte deben convivir".

CLARIN.COM