Por la amplitud que le dio a su alianza en la Ciudad, el jefe de Gobierno sabe que tendrá que ceder bancas clave en la Legislatura porteña. Con la fusión de "Vamos Juntos" (el oficialismo porteño de 2017, con el PRO y la Coalición Cívica como eje), "Evolución" (con la UCR y Martín Lousteau) y el "Partido Socialista" (con Roy Cortina), el flamante "Juntos por el Cambio" pondrá en juego 21 lugares en el parlamento local. Para renovarlas, ese tramo de la boleta debería superar el 60% de los votos. Parece imposible.
"Acá se van a garantizar dos bancas para la UCR de (Emiliano) Yacobitti y Lousteau, que ponen en juego dos. Y seguramente renovará Roy (por Cortina) la suya. Así que el que va a ceder lugares es Larreta, que arriesga 18. Lo hace para meter a Evolución y al Socialismo adentro e intentar ganar en primera vuelta. Todo lo que puedan sumar, sirve", confirma a Clarín una fuente al tanto del cierre de listas.
En la Ciudad, el objetivo de saltear el balotaje es complicado. Hay que llegar el 50% más un voto. El propio Larreta sufrió con ese límite constitucional en 2015, cuando después de hacer una excelente primera vuelta (45 puntos y más de 20 de ventaja a Lousteau), ganó ajustadamente en la segunda.
Por ese antecedente, pero también apoyado en una gestión con alta valoración en las encuestas, Larreta apuesta a un triunfo sin revancha. Curiosamente, según admiten en el macrismo porteño, hoy la principal duda la genera Macri. Por primera vez, Ciudad y Nación votarán juntas y la imagen del Presidente -que encabezará la sábana electoral- sufrió una caída que preocupa.
Así, se dio vuelta la taba: hasta 2015, su debut electoral, Larreta siempre impulsaba ir pegado a un ascendente Macri para que lo traccionara hacia arriba; ahora teme ser arrastrado hacia abajo. Nunca lo dirá abiertamente en público, pero el jefe de Gobierno, sobre todo sin Lousteau enfrente, soñaba con una victoria en primera vuelta si se desdoblaban los comicios.
Ahora Larreta no sólo no tiene a Lousteau de rival sino que puede ayudarlo como aliado. Como adelantó Clarín, el economista radical se encamina a encabezar la boleta de senadores nacionales en la Ciudad, que también irá en la tira de Macri y el jefe de Gobierno. Falta acordar su compañera para la Cámara alta. No quiere una macrista con perfil antiabortista, como Carmen Polledo o Cornelia Schmidt Liermann. Una variante podría ser Mariana Zuvic, de la CC, que también suena para diputada nacional.
"La idea es jugarnos todo. Por eso, salvo un imponderable, Diego Santilli irá como candidato a vice, aunque pierda la chance de ser jefe de Gobierno en 2023. Es el más conocido. Y además, ¿cómo justificás pedirle a Lousteau, que es un aliado, que se inmole en tu boleta si tu vicejefe de Gobierno especula y se corre?", analiza ante Clarín otro dirigente del macrismo porteño.
Del resto de las candidaturas, para diputados nacionales parecen número puesto Maximiliano Ferraro, jefe de la Coalición Cívica (se le vence el mandato para legislador) y Pablo Tonelli (termina como diputado y tiene cargo en la Magistratura). Para la Legislatura aparece le nombre de una ministra porteña: Guadalupe Tagliaferri, de Desarrollo Social. Algunos la dan como segura. Otros sugieren esperar.
Con el kirchnerismo como eje del armado, el Frente de Todos analiza la mejor fórmula para intentar repetir "la gran Lousteau 2015". Es decir, forzar un balotaje y atraer a todo el antimacrismo. Tienen un problema básico: les falta un Lousteau. Por ahora, las opciones son: Mariano Recalde, que quiere un bis después de haber sido tercero hace cuatro años; Victoria Donda, que volvió al kirchnerismo reclamando lugares: y Matías Lammens, el presidente de San Lorenzo, que se juntó con Alberto Fernández y es, quizás, el que podría sumar con más amplitud.
Clarin.com