La posibilidad de un cisne negro asoma para el domingo
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Ninguno de los principales encuestadores deja de contemplar la posibilidad de una sorpresa en la elección del domingo.
En las PASO, nadie había visto venir el fenómeno en que se convirtió Milei.
El escenario que se observa a cinco días de las elecciones se estaría asemejando, llamativamente, al que antecedió las PASO de Agosto. Una grilla de candidatos ordenados a pura lógica. En aquel momento las encuestas vaticinaban a Patricia Bullrich en el primer lugar, Sergio Massa en el segundo y Javier Milei convertido en la sorpresa. Tercero, pero cerca de aquellos favoritos.
La votación empinó al diputado libertario al primer lugar, dejó a la mujer de Juntos por el Cambio segunda y postergó al ministro-candidato al tercer puesto. Ese paisaje, casi sesenta días después, según mayoría de los estudios de opinión pública, habría sufrido una sola modificación. Massa estaría ingresando al balotaje en lugar de Bullrich.
Tanta previsión, con una competición casi congelada respecto de los resultados de agosto, no parecería condecirse con tres cosas. La profundización que en ese recorrido tuvo la crisis económico-social. El estallido de nuevos casos de corrupción en el poder que, es cierto, podrían sorprender a pocos a esta altura de la historia. El estado emocional de una sociedad que el consultor Guillermo Oliveto, en una nota publicada en La Nación, describió de manera descarnada. La gente posee, afirmó, “una crisis de sentido”. Se sienten “ciegos de futuro” y “abrumados por la posibilidad del vacío”.
Esa realidad sería, precisamente, la que arroja muchísima incertidumbre sobre las previsiones electorales que circulan hasta ahora. Tanto desorden y desorientación colectiva no se correspondería con los pronósticos que se están divulgando. Quizás porque aquella “crisis de sentido” ha desatado conductas en los individuos que los especialistas en opinión pública no alcanzan a descifrar. Oscilan entre la prescindencia y una conducta esquiva.
Ninguno de los principales encuestadores, aunque carecen de comprobaciones fehacientes, deja de contemplar para el domingo la posibilidad de alguna nueva sorpresa. La aparición de un cisne negro como en agosto, de alguna manera, representó el triunfo de Milei. ¿Qué Massa acorte las distancias con el diputado libertario? . ¿Qué Bullrich desplace al ministro-candidato y se meta en el balotaje? . ¿Qué al aspirante de La Libertad Avanza se dispare y defina la elección en la primera vuelta? . “Todo puede ocurrir. Diría que solo descarto la chance de una victoria del ministro-candidato”, confió uno de los consultores más respetados.
Juan Schiaretti, Patricia Bullrich, Javier Milei, Myriam Bregman y Sergio Massa, en el debate del 8 de octubre.
Ese vaticinio podría merecer, quizás, un añadido. Ya resulta llamativo, milagroso, que Massa permanezca en competencia. Podrá atribuirse a sus cualidades políticas, entendidas como su aptitud para el fraude público. También al entusiasmo limitado que despiertan sus competidores. O a aquella “crisis de sentido” que impera en la sociedad, definida por Oliveto.
Después de la corrida financiera de la semana pasada el ministro-candidato resolvió de modo virtual un feriado cambiario hasta el próximo domingo y una parálisis global de la actividad económica. Llenó la City con operativo policiales. El dólar blue volvió a subir. El Banco Central volvió a vender. Los comercios despacharán estos cinco días lo que tienen. Nadie repone. No tuvo alternativa ante el agotamiento de las pocas herramientas técnicas que poseía. Estos serán para él solo días de campaña en lo que jugará su resto.
A medida que se ingresó en el tramo final, al desquicio económico Massa sumó su soledad. Cristina Fernández, definitivamente no está. Alberto, el Presidente, permanece embarcado en viajes internacionales. Lejísimos de los avatares domésticos. El kirchnerismo, estructuralmente, también está ausente. El candidato oficialista tuvo que rodearse de los gremios peronistas clásicos (aquellos que no se alejaron de la Confederación General del Trabajo) para realizar un acto a cielo abierto por el Día de la Lealtad.
El lugar elegido fue el estadio de Arsenal, en Sarandí. Otro lugar más amplio podría haber resultado riesgoso para su proyecto de demostración de fuerza. Néstor y Cristina supieron recurrir a Racing en sus tiempos de apogeo. La realidad es distinta y marca el grado de distanciamiento kirchnerista con su presunto representante.
Una comparación haría ruido. Milei hará su cierre de campaña en el Arena Atlanta, en Villa Crespo, con una capacidad no mucho menor al estadio de Arsenal. El libertario fue uno de los pocos, además, que se atrevió a actos callejeros fuera de la Ciudad y de Buenos Aires. Impactó con una movilización en Salta. Además, una caravana, aunque más módica, en Mar del Plata.
Una consultora (Sentimientos Públicos) que no forma parte del circuito de las tradicionales y conduce el investigador Hernán Vanoli hizo una encuesta online de 8400 casos de donde extrajo conclusiones cualitativas en torno a los candidatos. Fue cerrada horas después del “escándalo Insaurralde”. También cuando el dólar todavía no se había desbocado.
En el segmento de votación por edad determinó que el 48% de los apoyos a Milei están entre los 16-25 años. El mayor volumen de Massa se asienta entre los 41-55 años (casi el 30%) y el de Bullrich entre 56-70 años (47%). En cuanto al nivel socio-económico, el candidato de la Libertad Avanza predomina en el sector bajo (37%) contra 26,6% de Massa y 13.4% de Bullrich.
Sobre la relación con el mundo del trabajo, Milei cosecha adhesiones que oscilan entre el 43% y el 36% entre trabajadores informales, aquellos que tienen distintas formas de ingresos (desde renta financiera, subsidios o ayuda familiar). Massa se haría fuerte entre los trabajadores formales (31%) y jubilados (35%) y Bullrich entre empresarios y dueños de comercio (30%) y también los jubilados (casi 40%).
Otro rasgo a considerar es cuando los consultados responden el aspecto más importante que tienen en cuenta para elegir el candidato. Que las cosas cambien radicalmente de una vez, constituye la definición que más acompaña a Milei (75.1%). El ítem no incluye necesariamente un respaldo a la dolarización. Quiero un presidente razonable con valores similares a los míos, rezan aquellos que apoyarían a Massa (43.8%). Aquella identificación de Milei también cabría para Bullrich (43.6%).
Parece claro que la candidata de Juntos por el Cambio debiera en los últimos días de campaña acentuar ese perfil para conseguir lo que persigue: cooptar votos mileístas con la intención de colarse en el balotaje. La candidata viene jugando casi todo. Anunció a Horacio Rodríguez Larreta, su rival interno, como jefe de Gabinete en caso de triunfar. Sumó a Fernán Quirós para Salud, el dirigente de mejor comportamiento público en pandemia. Hizo un masivo acto en la Ciudad donde colocó a su lado a Jorge Macri, postulante a Jefe de la Ciudad. En las horas finales espera también la presencia de Mauricio, el ex presidente.
Los esfuerzos de todos los candidatos, sin embargo, no poseerían un destino seguro. Hay una sociedad que atisba, con una “crisis de sentido”.
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