Entre la escasez de baños públicos, la dificultad para ingresar a los sanitarios de bares y restaurantes; y con la mayoría de los baños de subtes cerrados, la higiene urbana se resiente y los olores emergen por diferentes zonas de la Ciudad, especialmente en cercanías a los contenedores de basura, que se convierten en sanitarios al aire libre.
Este tema se reaviva a una semana de un hecho grave, que pudo haber terminado en una tragedia: el encargado de un edificio en Palermo fue salvajemente golpeado por un grupo de jóvenes. El hombre les recriminó que estuvieran orinando en la vereda. Además de agredirlo con golpes, le arrojaron una piedra gigante. El encargado terminó internado.
Para poner la situación en contexto, en la Ciudad de Buenos Aires hay sólo 33 baños públicos en parques y plazas y no siempre funcionan todos. Mayormente están ubicados en los grandes parques, como el Centenario, Avellaneda, Costanera Sur, o en alguna de las plazas de Puerto Madero. Los últimos baños públicos que se construyeron son de 2019, los que están ubicados en el paseo costero frente al Aeroparque, junto al monumento a Cristóbal Colón.
Una ley promulgada en enero de 2020, la 6.107, obliga al Gobierno de la Ciudad a incorporar baños públicos en los espacios verdes de más de tres hectáreas. Pero no se hicieron baños nevos. También se habilitó la licitación de los predios bajo la autopista 25 de Mayo, y se dispuso que deberán tener sanitarios públicos. Pero esas construcciones tampoco avanzaron.
Por otro lado, están los baños de bares y restaurantes, a los que es dificil acceder si no se realiza una consumición Esto pese a que la ordenanza 46.798 es muy clara: desde 1993, estos establecimientos están obligados a prestar sus sanitarios, se haya consumido allí o no. Sin embargo, al no recibir sanciones, la existencia de la norma no cambia las cosas. En los locales más grandes, o los que están ubicados en lugares de mucho movimiento, ya está normalizado el uso de puertas con un código numérico que figura en el ticket o factura.
A nivel del sistema de transporte público, los baños mejor acondicionados son los de las tres grandes terminales de trenes, algunos restaurados en los últimos años y con personal de limpieza permanente, como ocurre en el Mitre. Lo opuesto a lo que sucede en el subte porteño. Ahí los baños son escasos y, para peor, muchos de ellos se encuentran cerrados o vandalizados.
A este panorama se suma una realidad insoslayable, el deterioro socio-económico que también genera un impacto. No sólo debido a las protestas y piquetes, en donde los manifestantes pasan horas en las calles y cubren sus necesidades montando incluso "carpas baño"; sino también en la cantidad de personas en situación de calle. Según el relevamiento de la Ciudad, creció un 34% interanual. Obviamente estas personas tienen dificultades para acceder a un sanitario.
Así, lo que se ve es casi una postal diaria: personas -en su enorme mayoría, hombres- orinando contra contenedores, árboles y paredones. Los olores invaden las veredas sin distinción de barrios.
Laura, vecina de Barracas, le contó a Clarín: "Vivo hace más de 20 años en el barrio. Antes podías ver a alguien orinando en la calle muy excepcionalmente, quizá algún borracho, contra una pared, a la noche", recordó. Sin embargo, el panorama cambió: "Ahora te pasa de ir caminando y sentir olor a pis por cualquier lado. Hace tres semanas, un lunes a las 2 de la tarde, vi un auto que frenó en la esquina de Aristóbulo del Valle e Isabel la Católica, una de las más "céntricas" del barrio, y a 2 cuadras de un colegio enorme; del auto se bajó un hombre y orinó junto al contenedor de basura negro de la esquina. Se volvió a subir al auto y se fue, como si nada"; relató desconcertada.
De sur a norte, sin diferencias. El encargado de un edificio de Suipacha al 1300, en Retiro, le contó a este diario: "Hay dos conjuntos de contenedores, unos ubicados en la esquina de Suipacha y Juncal, otros frente a un instituto de inglés. Son literalmente baños para la gente en situación de calle. Doy fe de que el personal de mantenimiento del instituto no da abasto con la limpieza de la vereda. Acá en el barrio, la peor condena es que te pongan un contenedor en la vereda de tu edificio", lamentó el hombre.
En la esquina de Suipacha y Juncal hay una iglesia, en donde además se da de comer a gente en situación de calle. Aquí también los contenedores son baños públicos.
Otro "baño al aire libre" por esta zona de la Ciudad es el paredón que recorre la playa ferroviaria de Retiro, sobre Avenida del Libertador.
Ni los barrios de los vecinos ilustres se salvan. En Alsina al 1700 (Monserrat) -la cuadra en la que vivió el artista francés Marcel Duchamp entre 1918 y 1919- también hay contenedores que se usan más que para dejar la basura. Irónicamente, Duchamp fue el autor de Fuente, la obra que revolucionó la escena y obligó a repensar, en aquellos años, qué era el arte. ¿La obra? Un mingitorio sobre un pedestal.
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