La idea del cogobierno y la fusión total de los equipos del PRO de Mauricio Macri y La Libertad Avanza en torno a la gestión de Javier Milei empezó a esfumarse en las últimas horas. Según trascendió puertas adentro, el presidente habilitó que se analizara la incorporación de algunos cuadros macristas, pero ratificó que no está dispuesto a negociar su liderazgo, el sistema de toma de decisiones y su estilo de gobierno. Es decir, la centralidad de la conducción del gobierno que tanto inquieta al sistema político tradicional y que empieza a mostrar serias deficiencias de cara a marzo, un mes crucial -así lo deslizan desde la tropa libertaria- para el termómetro social.
Patricia Bullrich, por el contrario, ya decidió que no piensa disputarle a Macri la presidencia del PRO. No tiene sentido, aseguraron en su entorno, insistir por la titularidad de un partido que se encamina a tener otra vez al ex presidente como su figura máxima y del cual se licenció para asumir como ministra. El vínculo entre ambos sigue frío a pesar del saludo protocolar de hace algunos días por el cumpleaños del ex jefe de Estado. Peor aún. La ministra de Seguridad está convencida que las intenciones de Macri en torno al gobierno de LLA están plagadas de especulaciones: “Yo aposté por Milei hace tiempo, él no”, deslizó el fin de semana en privado.
La ministra está convencida de que, a pesar de la crisis, de la severidad del ajuste económico y de la falta de resortes políticos en torno a la gestión, más tarde que temprano, Milei tendrá éxito. Su suerte, dice, está atada a la de él.
En ese contexto turbulento, mientras Milei volvía anoche de Corrientes y Macri regresaba después de un largo veraneo en su casa del exclusivo country Cumelén, en Villa La Angostura, la posibilidad de un acuerdo político alrededor de la administración del Estado que el propio mandatario había legitimado desde Roma, cuando promovió la salida de Osvaldo Giordano de la ANSES y de Flavia Royón de Minería, parecía encontrar anoche una sólida resistencia en el primero anillo de confianza del mandatario, integrado por su hermana Karina y el estratega Santiago Caputo, el asesor más influyente del Ejecutivo.
Caputo es un talibán de la hoja de ruta que trazaron junto a Milei cuando desembarcaron en la Casa Rosada, y que propone una audacia notable que obliga al presidente, en la jerga tenista, a jugar siempre al fleje. “Yo no me desvío nunca: yo sé cuál es mi objetivo y soy recto e inflexible hacía ahí, y voy hacía ahí. Me iría a mi casa sin problema. Tengo convicción, sé lo que quiero, sé cómo lo quiero hacer. Vamos invictos, el problema es que algunos no la ven”, dijo y se sonrió, junto al entrevistador.
El ex presidente conoce esas intrigas palaciegas. Sabe que el presidente avaló que su hermana Karina y su amigo Caputo rechazaran que Cristian Ritondo se quede con la presidencia de la Cámara baja. Con el argumento, comprobado por ahora, de que los legisladores del PRO acompañarían, aun sin ese reconocimiento parlamentario, todas las decisiones del oficialismo.
Los recelos entre el fundador del PRO y el círculo de confianza del mandatario son recíprocos. Macri también conoce la aversión del jefe de Gabinete, Nicolás Posse, un funcionario con nula experiencia política y una influencia que nunca tuvo en su trayectoria privada, otro de los que obtura un acercamiento. Macri lo maldice. Al ex mandatario lo atraviesan sentimientos contradictorios: trasciende, según dirigentes cercanos, un análisis desconcertante por la ejecución de la gestión, pero una clara afinidad ideológica. Milei, confían en el macrismo, impulsa un shock que el ex mandatario quiso implementar, sin éxito, aconsejado por su entorno, que le propuso un camino de gradualidad política y económica. El eventual éxito de Milei desafía a Macri en términos personales. “Yo fui a hacer una transformación en infraestructura y terminé ensanchando la ruta 8″, se desnudó, hace algunos meses, frente a un grupo de dirigentes.
“Eso va a fluir solo, las cosas fluyen solas”, dijo anoche el presidente sobre una hipotética fusión del PRO y el Ejecutivo. El jefe de Estado hace malabares. Públicamente, coquetea con un acercamiento formal que, en los hechos, se ralentiza. Milei y Macri pueden reunirse de un momento a otro, sin que eso implique un acuerdo rubricado formalmente.
En las últimas horas, en el entorno de Macri relativizaron de hecho esa posibilidad. “Ya no pedimos por Ritondo”, resaltaron muy cerca del ex presidente. Es que, en pleno debate interno y trascendidos, lo último que quiere el fundador del PRO es que públicamente se instale, en vísperas de quedarse de nuevo con la presidencia del partido que fundó a principios de siglo, que LLA rechazó un acuerdo político.
En medio de esos corrillos, la danza de nombres en torno al gabinete es un hervidero. No hay ninguna decisión tomada. Hasta anoche, no se sabía al reemplazo de Giordano en la ANSES. Circulaban, como posibles reemplazos, desde Mariano de los Heros -un técnico sin antecedentes en el sector público- hasta Manuel Passaglia, el ex intendente de San Nicolás, uno de los primeros jefes comunales en pronunciarse el año pasado por Bullrich en la interna del PRO.
Hasta Ayer, Passaglia no sabía nada, a pesar de que su teléfono se llenó el fin de semana de mensajes curiosos por su futuro. Surgió, además, el nombre de su colega Julio Garro, para ocupar el área de Deportes. A Garro lo impulsa Macri. Para promocionar las SAS. Lo llamativo es que el ex mandatario ya había respaldado al saliente funcionario, que se fue cuando asumió Daniel Scioli.
En medio de los trascendidos internos surgieron además una serie de versiones en torno al ministerio de Capital Humano que lidera Sandra Pettovello, una funcionaria muy cercana a Milei. La administración de la gestión por parte de la ministra motoriza un creciente debate, tanto interno como externo. La relación con los hermanos De la Torre -Pablo está a cargo del área social- no es buena. A pesar de que la ministra y su secretario tienen buen diálogo personal. Joaquín, el ex ministro de gobierno provincial y ex intendente de San Miguel, sonó en las últimas horas como potencial reemplazo. “Una operación”, rechazaron tanto cerca de De la Torre como desde Capital Humano. “Para desgastar el vínculo”, agregaron. Lo cierto es que Joaquín de la Torre sonó en los últimos días para ingresar al gabinete. “Nadie ofreció nada”, abundaron. Puertas adentro, de todos modos, los trascendidos son incesantes. Y arrecian las críticas a la toma de decisiones por parte del Ejecutivo. Hasta Carlos Torrendel, el secretario de Educación, un funcionario desacostumbrado a las operaciones políticas, está molesto por algunos cortocircuitos internos originados desde la Casa Rosada.
Esas desventuras del gabinete libertario son las que, unilateralmente, Bullrich busca capitalizar desde que aceptó la invitación para hacerse cargo de un área tan sensible como la seguridad. La ministra dice que los números la respaldan, y desde sus colaboradores trasciende que ya hay resultados palpables en materia de gestión. Fue una de las prioridades que el presidente fijó anoche, en LN+: “Terminar con el tema de la inseguridad”, mencionó, además de hacer referencia al combate contra la inflación.
Bullrich se aprovecha de esa sintonía. El vínculo con Milei es cada vez más robusto. La ministra no integra su primer anillo de confianza, pero sí figura en una segunda instancia. Entra y sale, no tanto como Posse, mucho más cercano: el propio mandatario lo calificó de “amigo”.
A finales de semana, la funcionaria viajará a Estados Unidos: participará, por invitación del presidente, de un evento republicano. Bullrich apuesta a ser una ministra clave. Más allá de Macri.
Fuente Infobae